Teoría y teoría pedagógica
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MARTES 15
DE DICIEMBRE DE 2009 08:20
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Arturo Cristóbal Alvarez Balandra*
Tal vez una de las temáticas poco abordadas y comprendidas por los
estudiantes de nivel licenciatura y, en algunos casos, por sus profesores, es
¿qué es una teoría?, situación de incomprensión e indefinición que por lo
regular lleva a que los alumnos en lugar saber: cuál es su corpus
categórico-conceptual, cómo se integra y qué se plantea en éste. Dicha
problemática lleva a que los alumnos a la hora de hacer un trabajo o su tesis
de grado, lo único que hacen es copiar información y, en el mejor de los casos,
memorizar las palabras, para repetirlas despojadas de su sentido y como si se
tratara de un slogan, la pregunta es. ¿Cómo logro que un estudiante realmente
comprenda una teoría?, ¿cómo llevarlo para que la emplee para pensar y actuar
en la realidad? Para ello, como plantea Gadamer, un texto: “…sólo es
comprendido en su sentido cuando se ha ganado el horizonte del preguntar, que
como tal contiene necesariamente también otras respuestas posibles.”1
Así, mi punto de partida es preguntar: ¿Qué debemos entender por
teoría? En realidad la palabra teoría deriva del griego theoria, “observar” y
proviene de theoros (espectador), es decir, está formada
de thea (vista) y horar (ver), un origen
que es similar a la palabra especular, pues las dos se relaciona con mirar y
ver. De acuerdo con algunas fuentes, theorein era
frecuentemente utilizado en el contexto de observar una escena teatral, lo
que quizá explica el por qué algunas veces teoría era utilizada para
representar algo provisional o no completamente real. Otras fuentes han
supuesto el origen de theoriaen Theos (Zeus) orao,
es decir una visión (orao) desde la perspectiva de Dios (in
conspectu Dei o visión de Dios). Por ello la palabra theoria se
ha traducido como contemplatio en latín, pues el contemplar
sería algo así como “ver desde el templo”, o quizá al revés: ver lo que está
allá arriba, en el templo, en la acrópolis. El mismo Vico2 tenía
esta interpretación que no deja de ser sugestiva, por lo que, se puede decir
que el origen de la palabra teoría refiere al pensamiento especulativo sobre
lo observado.
Sin embargo, con el tiempo el sentido original que ésta tenía fue
cambiando, sobre todo con el positivismo ilustrado donde pronto adquirió un
sentido intelectualoide, para ser ubicada como la capacidad del entendimiento
para poder “ver” más allá de la experiencia sensible, implicando la
“comprensión” y la “objetividad” de las cosas que tenían que estar expresadas
mediante la palabra, a través de conceptos o categorías, condición que llevó
a que la teoría pasara a ser entendida como el cuerpo “coherente” que explica
algo que positivamente está en la realidad, única vía para comprenderla.
Explicación que con la disciplinariedad quedó limitada a un área del
conocimiento, es decir, la teoría pasó a constituir la lógica formal de las
disciplinas que integran de cierta manera corpus teóricos que agrupan un
conjunto de conceptos y categorías que se organizan en una trama o red que da
fundamento a ciertas hipótesis y proposiciones que explican algún fenómeno de
la realidad concreta (por ejemplo la educación) o abstracta (por ejemplo las
matemáticas).
Esto me lleva a preguntar: ¿qué es una categoría? Independientemente
del debate filosófico y epistemológico que hay sobre lo que es una categoría,3 aquí
la hemos de ubicar no en su versión práctico-utilitaria, donde es empleada
para referir el acto de clasificación o tipologización de una serie de
objetos, personas, conductas o procesos que mantienen entre sí
características similares. Clara muestra de ello, es lo que se dice en
el Diccionario Básico del Español de México, donde se indica que
la categoría es:
(…) 1. Clase que resulta de una clasificación de
elementos, 2. Orden de importancia de los elementos que componen una clase:
de primera categoría. “Pedro está en la categoría de principiantes”, 3.
Calidad o superioridad de algo o alguien: “No ha demostrado su categoría”, 4.
(Gram.) Clase de signos, determinado por la función de éstos en la
orientación y por sus características gramaticales. Tradicionalmente son el sustantivo,
el adjetivo, el verbo, el adverbio, la preposición, la conjunción, el
pronombre y la interjección, 5. Categoría gramatical (Gram.). La que se
establece a partir de la clasificación de morfemas como los de género,
número, persona, aspecto, voz, tiempo y modo.4
Por el contrario aquí retomo lo que Marx propone, al plantear que las
categorías son la dimensión teórica que expresan el desarrollo histórico de
las relaciones de producción, las cuales son correspondientes a una
determinada fase de su desarrollo, motivo por el cual, éstas expresan
determinaciones de existencia, formas de vida y en algunos casos aspectos
aislados de una sociedad, de una cultura y de un individuo.
[…dice él] para la conciencia, el movimiento de
las categorías aparece como el verdadero acto de producción –que no recibe
más que un impulso del exterior–, cuyo resultado es el mundo, y esto es
exacto porque [...] la totalidad concreta, como totalidad de pensamiento,
como un concreto de pensamiento, es, en realidad, un producto del pensar, del
concebir; no es de ningún modo el producto del concepto que se engendra así
mismo y que concibe aparte y por encima de la percepción y de la
representación, sino que es la elaboración de la percepción y de la
representación de conceptos. El todo, tal como aparece en el cerebro, como
todo mental, es producto del cerebro pensante...5
Ello implica, según Marx, porque el pensamiento es la posibilidad que
toda persona tiene de apropiarse cognitivamente de la realidad, fundamento
base para que se dé la actividad transformadora, pues procedemos en función
de cómo pensamos la realidad. Por ello, en su concepción las categorías se
usa como instrumental cognitivo que hace posible pensar lo que en la realidad
existe, sin que ello signifique que todas las personas le puedan dar el mismo
uso, pues esto depende de la diferencialidad constitutiva de la conciencia de
cada sujeto, de su filiación teórica y del momento histórico-cultural6 que
le toca vivir. De ahí que el mismo Marx diga: “Los hombres, al establecer las
relaciones sociales con arreglo al desarrollo de su producción material,
crean también los principios, las ideas y las categorías conforme a sus
relaciones sociales. Por tanto, estas ideas, estas categorías, son tan poco
eternas como las relaciones a las que sirven de expresión los productos
históricos y transitorios.”7
Por ello, para Marx las categorías refieren a los contenidos de lo
real que aparecen históricamente en determinado momento, conservándose
algunas hasta el presente y desapareciendo otras en función de los procesos
sociales que se estén dando. Sólo me queda aclarar que el problema de éste
planteamiento marxista respecto de las categorías, radica en que él sólo
piensa en las categorías que derivan de un proceso concreto de la realidad,
más no reconoce que éstas pueden tener como fundamento una dimensión
abstracta, como puro pensamiento. Algo que se le ha criticado, pues él olvida
que éstas también pude referir procesos abstractos.8
En sí, las categorías pueden tener un origen material pero también uno
abstracto,9 sin dejar de reconocer que todas surge de un
intérprete, única vía de mediación que posibilita su generación y su uso; ya
que son el instrumental cognitivo que histórica y culturalmente surgen, para
poder apropiarnos de la realidad, para poder hacer para nosotros la realidad
en el pensamiento (se ésta material o abstracta). Se trata de los
instrumentos cognitivos que los teóricos emplean como base de su razonar, de
su pensamiento cundo teorizan, aquellos que como dice Helena Beristáin, son:
“[…la] noción abstracta y general que rige un campo del saber, dentro de un
sistema filosófico. [En donde…] Cada una corresponde a una clasificación, una
topología, un nivel, una condición, que sirve como regla para una
investigación o una explicación que haga posible la comprensión de la
realidad.”10
Así, no debemos olvidar que las categorías son los instrumentos que
los teóricos emplea para la interpretación teorizante, base para la
apropiación cognitiva que les posibilita comprender-explicar la realidad que
está interpretando, instrumental que no nos dice cómo es esa realidad
interpretada, pero que si posibilita nuestra interpretación. Para
ejemplificar lo antes dicho, pensemos cómo es que se construye una casa. Para
ello, es necesario usar la pala, el pico, la cuchara, la plomada, la
carretilla, etcétera, herramientas sin las cuales ésta no se podría edificar,
pero que al final no son parte de la casa, sino el medio que posibilitó su
construcción. Esto es lo que posibilitan las categorías son el instrumental
cognitivo que orienta y organiza la interpretación que se elabora de la
realidad, con la diferencia de que éste instrumental es abstracto y expresivo
de una filiación onto-epistemológica, es decir, tienen el potencial de
transformar la interioridad del sujeto y no la exterioridad como pasa con las
herramientas. De ahí que las categorías aparecen en la conciencia del
investigador en forma de referentes abstractos y no como objetos materialidad
que emplea para insertar una comprensión de la realidad. De hecho el albañil
difícilmente confundiría o sustituiría la cuchara por el cemento y la
carretilla por los tabiques, de igual forma el investigador no debe confundir
las categorías con los conceptos o la teoría con la tecnología. Creer que las
categorías tienen formas y contenidos definidos es como confundir la
carretilla con el cemento, el instrumento con el producto; de igual forma no
se debe de pensar que las categorías tienen una materialidad específica, como
se llega a proponer en algunos ámbitos de la disciplinariedad positivista.
De ahí que debemos entender que las categorías sirven para orientar y
organizar el pensamiento a la hora de realizar procesos cognitivos para
comprender o explicar una realidad. Por ello, las categorías no tienen formas
y contenidos definidos a la hora de ser empleadas para interpretar la
realidad, ya que a diferencia de los conceptos en ellas no nos dicen qué y
cómo es la realidad que se busca comprender, pero si cómo podemos
reconocerla, cómo podemos interpretarla. Por ejemplo, la categoría análisis
no nos dice cómo es lo que analizamos, pero si nos sirve para saber que la
comprensión de algo lo podemos obtener si lo desglosamos, dividimos en sus
partes; o la categoría hábitus de Pierre Bourdieu, que implica un conjunto de
esquemas generativos a partir de los cuales los sujetos perciben el mundo y
actúan en él, categoría que podemos aplicar para pensar esos procesos
generativos de la interacción que se da en cualquier sociedad, no tiene que
ser una en específico. Y es que debemos comprender que las categorías en el
proceso de investigación son el instrumental cognitivo con el cual
interpretamos la realidad, mientras que en el proceso de explicación o
elaboración de teorizaciones su recuperación, si es que se da, es como conceptos
que se integran al corpus o trama del discurso teórico.
Ahora bien: ¿qué son los conceptos? Se puede decir que los conceptos,11 a
diferencia de las categorías, son el componente en el que se precisan las
formas y contenidos de lo significado o referido en la palabra, es decir, nos
dicen como es la exterioridad y la interioridad de lo que se refiere con el
concepto. De hecho la manera como éste es pensado, el uso que se le da en los
procesos de interpretación y las condiciones en que aparece en la teoría,
depende de la concepción que de éstos se tiene.
Por ello, como plantea Kolakowski: “…el saber exige el empleo
constante de los instrumentos conceptuales que describen ciertas situaciones
ideales de la realidad, las cuales no están nunca verificadas en el mundo
empírico.”12 Lo que hace que éstos sean necesarios para que
disciplinas como las matemáticas, la física: “…en particular la física de
Galileo, (lleven a una…) descripción de ciertas situaciones ideales cuyos
caracteres son llevados hasta el extremo.”13
Ello implica comprender que un concepto no es el producto del estímulo
que un objeto emana, pues las formas y contenidos que en él se reconocen
dependen del lenguaje que culturalmente y teóricamente se emplea para
referirlos. Así, lo que un intérprete capta, es obra de esas formas y
contenidos que el concepto condensa y que en su mente aparecen como “figuras
de pensamiento”, parte del instrumental interpretativo que los sujetos
emplean para comprender la realidad. Pensemos en el concepto hombre, un ser
que es mamífero, bípedo, “racional”, omnívoro, etcétera y que genéricamente
nos permite reconocer una especie que cognitivamente tenemos integrada como
concepto el cual lo refiere; o pensemos en el concepto apatía, un estado de
ánimo que implica desinterés, falta de actividad, aburrición, etcétera y que
no permite reconocer en los niños, adolescentes, jóvenes, etcétera un estado
de anónimo al estar o no realizando una actividad. De ahí que el concepto sea
el instrumental abstracto con el que reconocemos y formamos imágenes para que
nuestro pensamiento reconozca la realidad (material y abstracta).14
Estos conceptos, como Marx plantea, son transmitidos histórica y
socialmente y su empleo es un recurso cognitivo para reconocer las formas y
contenidos de la realidad, pero no para crearla como propone Hegel.15 Como
tal, en su forma conceptual pueden ser un medio que lleva al sujeto a
transformar la realidad material cuando éste derivan en práctica social, en
ser parte de la manera como pensamos y que nos puede llevar a proceder en
consecuencia con lo expresado en él.16 El concepto, como
pensamiento, es real y su uso material sólo depende de que derive en práctica
social, en una manera de hacer las cosas a partir de las formas y contenidos
que culturalmente en él se condensan.17
Por ello, el concepto: “…siempre es algo artificial, bien porque la
palabra misma está formada artificialmente, bien –lo que es más frecuente–
porque una palabra usual es extraída de toda la plenitud y anchura de sus
relaciones de significado y fijada a un determinado sentido conceptual.”18Por
ello la palabra derivada en concepto resulta ser violenta y rígida para el
lenguaje, pues ésta nunca puede ser puramente conceptual ya que siempre está
integrado en y por el habla “común”, “normal” o “corriente” de donde nace y
que de ella se hace. De ahí que sea falso pensar que existe un habla
puramente conceptual y que las personas que teorizan se despojan del lenguaje
e ideas que no sea teórico para pensar sólo con los conceptos; es más expresiones
simbólicas como las matemáticas19y artificiosas como la
publicidad, retornan a la vida del lenguaje.
De hecho la elaboración de un concepto no está dado en los sentidos,
en la supuesta captación de estímulo, básicamente visuales, que emana la realidad
concreta (ardid positivista); ya que la experiencia no puede ocurrir sin
palabras y secundariamente convertirse en objeto de reflexión para lograr la
designación conceptual de algo. Así, es parte de la experiencia misma el
buscar y encontrar una palabra que lo pueda expresar es algo, lo que al ser
recuperado teóricamente se constituye en concepto; y esto es porque el
concepto no es una cosa dotada de un ser propio, de un hacerse “visible” como
un ente que anda por ahí, ya que sólo es el signo que significa algo
–concreto o pensado–. La idealidad del significado es imposible, sólo está
dada por su valor social. Es más, en la misma disciplinariedad positivista no
se ha logrado un lenguaje conceptual unívoco, algo que se buscó a lo largo de
todo el siglo XX, éste siempre tiene límites dados en el desarrollo inmanente
de la diversidad de postulados conceptuales que pueden ser semejantes,
opuestos y hasta contradictorios entre las disciplinas y en una misma
disciplina. Un lenguaje artificial “puro” para el pensamiento científico y
filosófico ha resultado ser irrealizable, inalcanzable, no sólo porque
necesitamos del lenguaje, sino además porque en el lenguaje mismo –en la
palabra, en el concepto– lleva implícito el prejuicio que surge al
interpretar, al investigar, al explicar la realidad interpretada.20 Condición
que lleva a que Gadamer plantee: “Para todo pensamiento crítico de nivel
filosófico el mundo es siempre un mundo interpretado en el lenguaje. El
aprendizaje de una lengua, la asimilación de nuestra lengua materna, es ya
una articulación del mundo.”21 De ahí que la formación de los
conceptos sea un proceso que se produce en medio de la interpretación
lingüística, lo cual nunca está dado como un primer comienzo, es producto del
devenir de las culturas que los forjan y que implica una interpretación del
mundo.
Por ello: “Todo lenguaje hablado aparece siempre como palabra dicha a
alguien, como la unidad de discurso que funda la comunicación y establece la
solidaridad entre los hombres. La unidad de la palabra es previa a la
pluralidad de las palabras o de los lenguajes. Incluye una infinitud
implícita de aquello que vale la pena traducir en palabras.”22 Eso
mismo ocurre con los conceptos, que se impulsan para saber como digno algo,
por lo menos en correspondencia con la persona o comunidad que lo elabora,
sea ésta o no epistémica. Y es que “…cualquier acuñación de una terminología
científica [o mítica], por compartido que sea el uso de la misma, representa
una fase de este proceso…”;23 que siempre están en permanente
actualización, recuperación y producción –a partir de la palabra–. No en
vano: “Bajo la forma singular de ‘concepto’ y ‘categoría’ atraviesa la
totalidad del recuerdo que se va determinando a sí mismo y que vuelve siempre
a sí mismo. Debido a que experimenta una y otra vez que en el lenguaje y en
el pensamiento domina la comprensión del ser como presencia…”24 De
ahí que Beuchot diga:
La vivencia del ser contiene varios
niveles. Desde la simple y primordial captación sensible de nuestro yo-ser, cristalizado
arduamente en palabra que quiere ser semejanza de la cosa, pasando por la
contemplación transformadora de la imagen, cristalizado arduamente en
metáfora, que quiere persistir en la semejanza a pesar de su irrupción
transformadora; hasta la contemplación, más transformadora aún, en la que nos
devela nuestro ser de personas, nuestro ser de entes, y la conciencia de
nuestra participación en el ser, cristalizada en lenguaje conceptual
analógico, icónico, aferrado al soporte de su semejanza conservada mediante
la relación a un absoluto, en relatividad sustentada.25
Por todo esto, una teoría lo que nos proporciona es una trama de
conceptos y categorías que cognitivamente nos llevan a pensar y proceder de
cierta manera. Y esto ¿qué tiene que ver con la teoría pedagógica? Lo
primero es que no hay una teoría pedagógica, no es un singular sino un
plural, las teorías pedagógicas; ya que no hay un solo enfoque pedagógico
sino varias.26 La pedagogía como disciplina teórica no está
exenta a la influencia de la diversidad conceptual, por lo que su
dilucidación se encuentra enmarcada por la polisemia de lo que por ella
podemos entender. De hecho es una palabra que tiene su origen en paidagogos
palabra compuestas del griego antiguo que implicaba paido (niño) y logia
(llevar o conducir), lo que llevó a que fuera empleada para referir al
esclavo que lleva a los niños a la escuela; sentido del concepto pedagogía
que con el positivismo cambia al de disciplina cuyo objeto de estudio es la
educación, en específico lo que tiene que ver con la enseñanza, visión que se
ha venido dando en el debate extremo entre las llamadas ciencias de la
educación y la didáctica. Dos posiciones extremas que en sí acaban por
cancelar a la pedagogía y que aquí no he de discutir.
Así, hemos de entender a las teorías pedagógicas como los corpus
categórico-conceptuales que, desde su especificidad, sustentan y proponen una
manera de comprender, organizar y desarrollar la educación -en específico la
enseñanza-. Una manera de construir principios dentro de una arquitectónica
en donde se establecen bases que fundamentan la realidad educativa. Manera de
entender a las teorías pedagógicas que sólo las hace comprensibles para los educandos
en la medida en que precisemos su con-texto de origen, las tramas que
organizan al conjunto de categorías y conceptos que la integran, y la manera
como se pueden aplicar éstos conceptos y estas categorías para pensar la
educación en general y la enseñanza en lo específico. Algo que sólo se puede
hacer en la medida que ejemplifiquemos su uso. Una manera de poder “llevar” y
hacer que el estudiante comprenda y, en nuestro caso, poder comprender para
explicarles los sentidos de esos corpus categórico-conceptuales de cada una
de las teorías pedagógicas.?
Notas y referencias
1 Gadamer, Hans-Georg, 1994, Verdad y Método, Salamanca: Sígueme; trads. Ana Agud Aparicio y Rafael de Agapito, t. I, col. Hermeneica, núm. 7, 1994, 2a. ed., p. 448. 2 Respecto de Vico, Eliade dice: “Descartes tuvo la pretensión de reducir todo conocimiento a la evidencia racional, a la razón necesaria y geométrica. Vico considera sin embargo que esta pretensión es quimérica, porque hay certezas fundamentales (en retórica, poesía, historia, etc.) que no pueden evidenciarse ni demostrarse. Y por eso defendió la autonomía y el valor de lo cierto frente a lo verdadero.” Mircea Eliade. “Vico, filósofo de la historia”, consultado el 27-10-09, en página Web:http://rgonzalo.blogdiario.com/1201446660/ 3 Para un análisis profundo sobre el debate epistemológico de lo que es una categoría. Vid., Álvarez, Arturo. “El corpus categorial y el método en la hermenéutica analógica para la interpretación de los procesos educativos”, Tesis doctoral, México: UPN-UA; 2009, pp. 81-91. 4 En el caso de la psicología, sobre todo en la investigación, se habla de observación categorial, pero su sentido es de clasificación. Respecto de esto se puede ver: Abbagnano, Nicola, 1985, Diccionario de Filosofía, México: FCE; trad. Alfredo N. Galletti, 2a. ed., 4r., p. 147. 5 Marx, Karl, Introducción general a la crítica de la economía política, México: Quinto Sol, n.d., p. 112. 6 El devenir es la historicidad de la sociedad y su pensamiento, ni uno ni el otro son estáticos; no son cosas diferentes, sino lo mismo y por lo tanto un solo devenir. Por ello, las categorías son expresiones de la realidad misma y de su existencia devenida; expresión abstracta del momento histórico en que se generan o reactualizan. Cfr. Marx, Karl, 1968, Crítica de la filosofía del Estado de Hegel, México: Grijalbo, col. 70, núm. 27, trad. Antonio Encinares, p. 58; Korsch, Karl, 1971, Marxismo y Filosofía, México: ERA; pass; y, Garzón, Juan, Carlos Marx: Ontología y revolución, México: Grijalbo: col. Teoría y praxis, núm. 4, pp. 142, 219 y 250. “Elementos para hacer crítica epistemológica de la investigación educativa”, reporte de investigación UPN/Ajusco, pp. 95-100. 7 Marx, Karl, Miseria de la filosofía, (Respuesta a la “filosofía de la miseria del señor Proudhon”), Moscú: Progreso: n.d., pp. 90-91. 8 Una de las principales críticas que se le ha hecho al sistema filosófico marxista, es el reduccionismo materialista e historicista en el contenido. El problema es que la gran mayoría de éstas críticas no han podido comprender, que lo que él está haciendo es emplear categorías que permitan comprender y apropiarse cognitivamente lo que en la realidad histórico/social está pasando. Ello implica entender que las categorías no son contenidos que tengan materialidad alguna -como categorías-, sino instrumentos cognitivos que el intérprete emplea para pensar tanto lo abstracto como lo concreto -la materialidad y su historicidad-, condición base para la transformación de la humanidad. Cfr. Marx, Karl,Miseria de la filosofía (Respuesta a la “filosofía de la miseria del señor Proudhon”), Moscú: Progreso: N.2K., pp. 86-87, 88-90 y 165; y Korsch, Karl. Karl Marx, Barcelona: Ariel; trad. Manuel Sacristán, pp. 47-48. 9 El vocablo abstracción aquí no es tomado en sus acepciones de exclusión, evasión o indeterminación, ni como lo contrario o antítesis de concreto; sino como, “...la separación entre el todo y sus partes, entre el concepto y la cosa o entre las cosas mismas entre sí.” Córdova, Arnaldo, 1976,Sociedad y Estado en el mundo moderno, México: Grijalbo, col. Teoría y praxis, núm. 20, pp. 277-278. 10 Beristáin, Helena, 2003, Diccionario de retórica y poética, México: Porrúa; 8a. ed. 4r., p. 90. 11 No se debe confundir concepto con definición: la segunda es una explicación coloquial que refiere a la palabra que en el lenguaje común cumple una función comunicativa. 12 Kolakowski, Leszek, 1993, La filosofía positivista, México: Red Editorial Iberoamericana; trad. Genoveva Ruiz, p. 18. 13 Cfr. Kolakowski, Leszek, 1993, La filosofía positivista, México: Red Editorial Iberoamericana; trad. Genoveva Ruiz, p. 18. 14 El respecto León Olivé y Ana Rosa Pérez, refiriendo a Khun, dicen: “El cambio de un paradigma a otro, a través de una revolución, ocurre porque las teorías que generaba el viejo paradigma se muestran incapaces de resolver las presionantes anomalías. Cuando tiene lugar una revolución, es decir, cuando se cambian los presupuestos, surge una nueva manera de ver las cosas, una nueva visión del mundo. De aquí que Jun afirme: ‘Guiados por un nuevo paradigma, los científicos adoptan nuevos instrumentos y buscan en lugares nuevos. Lo que es todavía más importante, durante las revoluciones los científicos ven cosas nuevas y diferentes al mirar con instrumentos familiares en lugares en los que ya habían buscado antes. Es como si la comunidad profesional hubiera sido transportada repentinamente a otro planeta donde los objetos familiares se ven bajo una luz diferente y, además, junto con otros objetos desconocidos’. Para explicar esta transformación del mundo de los científicos, Jun recurre al igual que Hanson a los experimentos del cambio gestáltico, los cuales muestran de una manera y en un nivel elemental cómo se dan estos cambios globales en la percepción visual a través de una organización distinta de los elementos que se perciben. Por ejemplo, un mismo conjunto de líneas puede ser visto como un pato o como un conejo.” Olivé, León y Pérez, Ana Rosa (comps.), 1989, Filosofía de la ciencia: teoría y observación, México: Siglo XXI; p. 23. 15 Al respecto dice Marx: “…en tanto que el espíritu tiene una actividad puramente especulativa y teórica, el sujeto real subsiste de forma autónoma, fuera de la mente.” Marx, Karl, Introducción general a la crítica de la economía política, México: Quinto Sol; n.d., p. 112. 16 Cfr. Marx, Karl, Introducción general a la crítica de la economía política, México: Quinto Sol; n.d., p. 112; Prólogo a la primera edición de El Capital (Crítica de la Economía Política), 1974, México: FCE; t. I, vol. I, trad. Wenceslao Roces. 17 Cfr., Zemelman, Hugo, 1987, Uso crítico de la teoría (En torno a las funciones analíticas de la totalidad), México: ColMex/UNU; col. Jornada, p. 97. 18 Gadamer, Hans-Georg, 1994, Verdad y Método, Salamanca: Ediciones Sígueme; t. I, trads. Ana Agud Aparicio y Rafael de Agapito, col. Hermeneica, núm. 7, 2a. ed., p. 498. 19 Si bien Gadamer indica que: “Sólo el simbolismo matemático estaría en condiciones de hacer posible una superación fundamental de la contingencia de las lenguas históricas y de la indeterminación de sus conceptos.” Gadamer, Hans-Georg, 1994, Verdad y Método, Salamanca: Ediciones Sígueme; t. I, trads. Ana Agud Aparicio y Rafael de Agapito, col. Hermeneica, núm. 7, 2a. ed., pp. 499. Idea que él vincula con las ideas de Leibniz sobre las características universales. Lo cierto es que el mismo plantea que: “…debe considerarse como generalmente válido que la imperfección del hombre no permite un conocimiento adecuado a priori, y que en consecuencia la experiencia es imprescindible. [Es decir, el…] conocimiento no se hace claro y distinto a través de estos símbolos [-los matemáticos-] porque el símbolo no significa una forma conspicua de estar dando, este conocimiento es ‘ciego’ en la medida en que el símbolo aparece en el lugar de un verdadero conocimiento y muestra tan sólo la posibilidad de que éste llegue a producirse.” Ibíd.., pp. 499-500. 20 El mismo Bacon denunció los idola fori, los prejuicios que se dan en el uso del lenguaje. Vid., Bacon, Francis, 1985, La gran restauración, Madrid: Alianza, pass. 21 Si bien Gadamer indica que: “Sólo el simbolismo matemático estaría en condiciones de hacer posible una superación fundamental de la contingencia de las lenguas históricas y de la indeterminación de sus conceptos.” Gadamer, Hans-Georg. Verdad y Método, 1994, Salamanca: Ediciones Sígueme; t. II, trad. Manuel Olasagasti, col. Hermeneica, núm. 34, 2a. ed., p. 83. 22 Gadamer, Hans-Georg, 1994, Verdad y Método, Salamanca: Ediciones Sígueme; t. II, trad. Manuel Olasagasti, col. Hermeneica, núm. 34, 2a. ed., p. 84. 23 Gadamer, Hans-Georg, 1994, Verdad y Método, Salamanca: Ediciones Sígueme; t. I, trads. Ana Agud Aparicio y Rafael de Agapito, col. Hermeneica, núm. 7, 2a. ed., pp. 498. 24 Gadamer, Hans–Georg, 2001, El giro hermenéutico, Madrid: Cátedra; col. Teorema, trad. Arturo Parada, 2a. ed., p. 91. 25 Beuchot, Mauricio, 1999, Las caras del símbolo: el ícono y el ídolo, Madrid: Caparrós; col. Esprit, núm. 38, p. 46. Además, en ese mismo texto dice “...donde no hay esos significados ocultos o figurados no hay que buscarlos a toda costa, con interpretaciones forzadas, sino significados literales, que allí es donde llega la profundidad estructuralista del significado”. Ibíd.., p. 25. 26 Respecto de los principales exponentes de la pedagogía del siglo XX, Vid., Trillas, Jaume (coord.), 2005, El legado pedagógico del siglo XX para la escuela del siglo XXI, España: Graó; 3a. ed.
* Doctor en Educación por la UPN. Actualmente desarrolla
investigación sobre las implicaciones epistemológicas y metodológicas de la
hermenéutica para su aplicación a la investigación educativa. Además
desarrolla investigación sobre los problemas de atención a la diversidad, en
especial sobre la integración educativa. Además desarrolla investigación
sobre los problemas de atención a la diversidad, en especial sobre la
integración educativa. Para comunicarse con el autor, escriba a:aalvarez1957@hotmail.com. También ha publicado en esta revista: El
estudio de caso: una estrategia ideal para realizar investigación de procesos
de integración educativa (DOSSIER, núm. 03, abril, 2010); El Index
de Tony Booth y Mel Ainscow: una mirada crítica desde la investigación-acción (HECHO EN CASA, núm. 08, diciembre, 2011
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